viernes, 15 de marzo de 2013

Perdonen las disculpas: La cara oculta del lenguaje


EL LENGUAJE EN EL DEPORTE
   El lenguaje en el deporte se parece cada vez más al político en cuanto a su falta de concreción y abuso del principio de cooperación, a la utilización de eufemismos.
   Si leemos, por ejemplo,  “el pésimo arbitraje priva de la victoria a un Zaragoza intenso que recupera sensaciones” (El Periódico, 24 de febrero de 2013) quedan claras las dos primeras palabras –pésimo arbitraje-  y sus consecuencias –priva de la victoria-, pero la aseveración posterior  “un Zaragoza intenso que recupera sensaciones”  es una frase para analizar detenidamente. Sobretodo por su ambigüedad
   En primer lugar deducimos, presuponemos, que antes el Zaragoza tuvo unas sensaciones que había perdido y ha recuperado. Pero ¿qué sensaciones? Y ¿qué significa intenso aplicado a un equipo de fútbol?
   Según la RAE
   intenso, sa.
(Del lat. intensus).
1. adj. Que tiene intensidad.
2. adj. Muy vehemente y vivo.
   sensación.
(Del lat. sensatĭo, -ōnis).
1. f. Impresión que las cosas producen por medio de los sentidos.
2. f. Efecto de sorpresa, generalmente agradable, producido por algo en un grupo de personas. Su nuevo peinado causó sensación.
3. f. Corazonada o presentimiento de que algo va a suceder. Tengo la sensación de que nos va a tocar la lotería.
   Que, como vemos, aclaran muy poco de la verdadera intención –gracias a la buena voluntad del lector, al principio de cooperación- del periodista que es hacer pensar que el Zaragoza está en el buen camino de recuperar (suponiendo que la haya tenido) una buena forma de hacer fútbol y que, si no hubiera sido por el mal arbitraje hubiera ganado el partido. Pero sin decirlo. Sin acabar de comprometerse. Como en la política, vamos.

sábado, 2 de marzo de 2013

Eufemismos y lenguajes en la política


 “Yo no puedo evitar que me mientas. Lo que sí puedo evitar es que me confundas”
Confucio


            Por muy diferente que haya sido el desarrollo de la cultura en los siglos pasados, se ha tenido siempre algo en común, la importancia del lenguaje. El lenguaje crea una realidad al nombrarla, y esto ha servido a numerosos líderes políticos, dictadores, reyes y revolucionarios para matizar e incluso transformar la realidad en su beneficio.
            En estos momentos de crisis, en los que la economía y la política parecen estar decayendo, no sólo a niveles prácticos, sino también en la desconfianza de los ciudadanos, la palabra es un medio potente para defenderse.
            El objetivo de este artículo es tratar de entender los mecanismos del lenguaje de los políticos que gobiernan nuestro país para así poder defendernos ante sus eufemismos, que tratan de vestir una realidad que debemos ver desnuda.










            Empezamos con este titular. Las impopulares medidas de abaratamiento del despido, empiezan a denominarse  flexibilización del mercado laboral. Primero, analicemos los mecanismos con lo que el receptor asumirá esta información. Durante la historia de la democracia, se han ido desarrollando diferentes medidas, que el trabajador relacionaba o bien con reforzar las garantías laborales o bien con quitar derechos laborales. Si un trabajador escucha que su despido será más barato, entiende que tendrá más riesgo de ser despedido. Esta sería una presuposición que harían la mayoría de los receptores al leer una noticia así. Sin embargo, el término flexibilización del mercado laboral, es un término nuevo que no se relaciona directamente con nada, ni con medidas similares pasadas. El receptor debería profundizar en qué se quiere decir para entender la medida. Por tanto, con este término el político logra suavizar su mensaje y por consiguiente logra su primer objetivo.

            Además si nos basamos en el Principio de Cooperación de Grice, el receptor asume una cooperación en la comunicación, más aun siendo de un político que busca el bienestar de su país y de los ciudadanos. Por tanto, confiará en el mensaje y no tendrá necesidad de buscar más información. Al almacenar esto en su memoria a largo plazo, el término flexibilización puede relacionarse con horarios, incluso con facilidades al trabajador. Se cumple así el segundo objetivo, evitar el posible enfado ciudadano ante esta medida.


 
            En la última legislatura del PSOE, cuando comenzó negando que había una crisis, también utilizó un eufemismo “desaceleración económica”. En este caso, el gobierno fue muy criticado por no nombrar la realidad como era. Y no logró el objetivo de evitar la dureza que podía suponer un mensaje que contuviera la palabra crisis. Además cuando el PP la usó había logrado relacionarla con la mala gestión anterior, y su uso por parte del nuevo gobierno suponía la transparencia que no había tenido Zapatero.


            Los contextos históricos y sociales influyen mucho en el significado que le da el receptor al mensaje. Un mismo mensaje “Estamos en crisis” supone muy diferentes respuestas según el emisor. Cuando Zapatero por fin asumió esa palabra, los ciudadanos se indignaron porque la relacionaron con que, si eso era cierto, lo anterior era falso, por tanto se sentían engañados. La misma frase, con todas sus connotaciones negativas, en boca de Mariano Rajoy, era casi triunfal, porque él si admitía lo que pasaba en el país.


            Sin embargo, en seguida llegamos a una de las expresiones más interesantes que ha utilizado nuestro actual gobierno; “tasa negativa de crecimiento económico”. Es interesante porque con esta expresión se refiere a la recesión económica. La palabra crisis era legitima en este gobierno, por lo que hemos explicado, pero recesión es una nueva fase de la economía que se teme. Además pronto comenzó a unirse a muchos términos, medidas y recortes. Ahora se dice “Tasa negativa de crecimiento económico”.
            Esta expresión, como decía antes, es muy interesante, porque no respeta para nada la máxima de modalidad del Principio de Cooperación de Grice. Ésta máxima habla de la claridad en la intervención, además de evitar la oscuridad de expresión y evitar la ambigüedad. Juntar la palabra negativa y crecimiento en la misma frase, es bastante ambiguo. ¿Existe un crecimiento negativo? No. O se crece o se decrece, pero no puede crecer hundiéndose. Incluso desde el punto de vista de las relaciones de sentido, podríamos decir que esa oración no tiene un sentido lógico. Pero si se habla de economía y se escucha crecimiento, aunque sea de manera ambigua, siempre se suavizará el mensaje. Queda la duda de qué pesa más, lo negativo o el crecimiento.



         Encontramos muchos más eufemismos, los recortes son reformas, el copago se realiza con un ticket moderador, la congelación de salario es la mejora de la competitividad. Los empresarios son emprendedores, la violencia machista es violencia en el entorno familiar. Y otros tantos neologismos populares que se han ido usando en el último año. No hay duda de que el eufemismo se ha instalado como técnica comunicativa en el gabinete de Mariano Rajoy. Pero, ¿Está creando esto una nueva realidad sobre la política económica? ¿Ayuda al gobierno a instaurar medidas impopulares?
            Desde luego no se puede generalizar, hay quien se echa las manos a la cabeza al escuchar este nuevo lenguaje inventado por el PP y hay quien le tranquiliza pensar que a los bancos se les “facilita la gestión activa del patrimonio dañado de las entidades financieras”. De cualquier modo, el gobierno ha logrado crear una pequeña realidad alternativa, donde el país no parece ir tan mal y las medidas parecen ayudar a quienes más lo necesitan.
            Para poder evitar que cualquier emisor nos embauque en eufemismos y realidades alternativas debemos profundizar en el mensaje y no dejarnos llevar por las convenciones lingüísticas, ni las palabras vacías.